Malaui promueve el cultivo de alimentos para hacer frente al coronavirus y a la malnutrición infantil
Redacción a cargo de Francis Thawani, oficial de comunicaciones del PMA en Malaui
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el gobierno de Malaui aúnan esfuerzos para enseñar a las madres la práctica de la agricultura, dado que la alimentación deficiente pone en riesgo la vida de 56 000 niñas y niños. “Cuando mi hijo, Chrispine, estaba recibiendo tratamiento contra la malnutrición en el hospital, a mí me dieron plantas de camotes (batata o boniato) que planté ese mismo año”, relata Dorica Samson, de la aldea Nambirikira en el distrito Dedza, Malaui. “Los camotes contienen mucha vitamina A y se los doy a mis cinco hijos y a mi esposo para que estén sanos”.
En 2017, Chrispine, que en ese momento tenía 2 años, se alimentaba de leche materna exclusivamente y se negaba a ingerir otros alimentos. Con el tiempo, se enfermó. Ingresó al Hospital Comunitario de Mtendere, donde recibió alimentación complementaria por intermedio del gobierno, en colaboración con el PMA y el gobierno de Irlanda. Gracias a la asistencia nutricional, se recuperó.
De los 100 millones de personas que el PMA pretende asistir en 2020, 22 millones son niñas, niños y madres lactantes que necesitan medidas vitales de prevención y tratamiento contra la malnutrición. Las proyecciones del organismo indican que la pandemia por coronavirus podría empujar a otros 130 millones de personas a una situación de inseguridad alimentaria grave, con lo cual la cifra de damnificados alcanzaría un total de 265 millones.
De acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins, publicados en la revista The Lancet, 1,2 millones de niños menores de 5 años podrían fallecer en los próximos seis meses si se interrumpieran la atención médica y los mercados de alimentos.
William Magombo, asistente de vigilancia de salud del Hospital Comunitario de Mtendere, ha visto muchos casos similares a los de Dorica.
“Nos hemos dedicado a generar conciencia en las mujeres embarazadas y lactantes sobre la nutrición y la alimentación saludable”, afirma William. “Sin embargo, para acompañar el proceso de recuperación, les enseñamos a cultivar y preparar alimentos de la zona, como camotes, granos, maní (o cacahuete), entre otros”.
Malaui registra índices elevados de retraso en el crecimiento, a causa de las infecciones y la alimentación infantil deficiente; se calcula que 56 000 niñas y niños menores de 5 años presentan desnutrición aguda. Además, solo el 8 % de los niños menores de dos años tienen una dieta mínima aceptable. Si bien el retraso en el crecimiento se redujo casi 10 % con respecto a los valores registrados en 2010, el porcentaje sigue siendo muy elevado, ya que es del 37,1 %.
Las consecuencias de las recurrentes crisis climáticas no hacen más que perpetuar la malnutrición infantil en Malaui. Debido a la falta de acceso a la nutrición y a los alimentos adecuados, los niños menores de cinco años corren un riesgo elevado de sufrir desnutrición aguda, lo que puede generar daños irreversibles en el desarrollo para el resto de la vida.
En Malaui, por lo general, cuando los niños se enferman de malnutrición, se los lleva a un centro de salud, donde se les da “Super Cereal Plus”, un alimento complementario muy nutritivo y energético. Sin embargo, algunas veces existen otros problemas subyacentes y vuelven a enfermarse, a pesar de que muestren signos de haberse recuperado.
Mientras el hijo de Dorica recibía tratamiento, ella participó en un programa en el que se le enseñaba a cultivar y a preparar alimentos nutritivos para su familia. Se trataba de clases de salud y nutrición que impartían supervisores de salud, y fue ahí donde le dieron las plantas de camotes.
Los camotes se complementan con otros alimentos, como el maíz, la soja y los granos, que cultiva en su huerto. Gracias a estos alimentos que le enseñaron a preparar en el hospital, Dorica y los otros seis integrantes de la familia llevan una dieta nutritiva y variada.
Dorica ahora tiene un bebé de seis meses, pero no necesita ir otra vez al hospital para recibir asistencia nutricional. Frente a las restricciones a la circulación y a la aglomeración, Dorica tiene todas las soluciones nutricionales para su familia en su propia casa.
“Preparo gacha y buñuelos de camote, y a Chrispine le gustan mucho; son deliciosos y muy nutritivos”, afirma. “Come toda la familia y les encanta”, sostiene.. “Con los camotes y otros alimentos que cultivo, tengo comida suficiente e, incluso ahora con el bebé, ya no tengo que ir al hospital a pedir ayuda nutricional”.
Más información sobre el trabajo del PMA en Malaui (en inglés)./a>